Últimamente las mujeres, los metrosexuales y los maricas como Jude Law han monopolizado el uso de la bufanda, pero poca gente sabe que esta prenda tiene su antecedente más lejano en el uniforme militar de la antigua Roma. Los legionarios romanos que combatían en las campañas de Germania y las Galias (con dos cojones), anudaban a sus cuellos un pedazo de tela llamado focale, no solo para protegerse del roce con la armadura, si no también para abrigarse la garganta de un frío al que no estaban habituados.
Hace mucho que dejamos de usar armadura, pero el focale siguió utilizándose como prenda de abrigo cambiando su nombre por el de bufanda. Así que, como prenda originalmente masculina, reivindiquémosla; la bufanda, como la corbata, se creó por el hombre y para el hombre. Hombres como Marcello Mastroianni o Francisco Umbral no pueden entenderse sin sus bufandas.
Cuando escojas una bufanda es importante no solo el material con el que esta hecha (algodón, cachemir o lana), si no también el abrigo con la que se va a llevar y la ocasión en la que lucirla. Por tanto, hay que seguir dos reglas de oro: primero: cuanto más informal es la ocasión mas gruesa y áspera debe ser la bufanda; segundo:a no ser que seas alguna clase de locaza de carnaval, lo diseños excéntricos ESTAN ABSOLUTAMENTE VETADOS. Como en las corbatas, en las bufandas la elegancia esta en la sobriedad.
1 comentario:
me mola mucho, mucho, MUCHO tu rollo. Sigue así, estas llenando un vacio que había en la blogoesfera.
Un abrazo.
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