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5/29/2009

DE "BILLY" A CLARK: El peón que se convirtió en rey

Le apodaron “el rey de Hollywood” y se ha convertido en uno de los grandes mitos de la historia del cine. Con él los galanes peliculeros dejaron de ser dandis de porcelana al estilo de Rodolfo Valentino para convertirse en seductores viriles y sardónicos que lo mismo se desenvolvían en bailes de salón que se lanzaban a luchar con leones del África profunda sin despeinarse. La masculinidad de los años 40 y 50 tenía un nombre propio: Clark Gable.

Gable abrió la senda de otros como Errol Flynn, Cary Cooper o Cary Grant y aún hoy encarna al galán por excelencia; pasional e independiente, malicioso pero tierno e hipnóticamente atractivo. Es imposible imaginarse a Rhett Butler sin asociarle la cara de Clark Gable.

A Clark Gable todo el mundo le adoraba; las mujeres querían estar con él y los hombre querían ser él.

Clark Gable salió de Hollywood para entrar en la historia como un rey, pero pocos saben que Gable, de verdadero nombre William, entró como un peón.

Sí señores, las fotos de juventud de William Clark Gable son documento fehaciente de que no todo tiempo pasado fue mejor.

Un campesino cejijunto, desgarbado, peinado con la raya al medio, con unas enormes orejas desabrochadas y un dentadura horrible. Así era el gran galán ¿Que cómo lo hizo? A base de voluntad.

Lo tenía todo en contra y se propuso luchar hasta cambiar su suerte. Su padre, obrero petrolero agresivo y arisco, le acusaba de “marica” por querer ser actor. Si hubiera sabido a donde iba a llegar…

Gable metió en una maleta la poca ropa que tenía y sus sueños y emprendió el camino al éxito; con esporádicos trabajos en el teatro, de vendedor o arreglando neumáticos y con la ayuda de su manager y después esposa, Josephine Dillon, invirtió incontables horas y sumas de dinero en cambiarse la dentadura, operarse las orejas, tomar clases de dicción, de expresión corporal y pagarse buena ropa. De ahí a la Luna; empezó en MGM con papeles pequeños, secundarios sin diálogo y poco a poco alcanzó el estrellato.

¿Moraleja?

Señores, que si un granjero de Ohio con cara de empanado, las orejas como para echar a volar y unos dientes de comepiedras pudo convertirse en un símbolo sexual, cualquiera puede. Que Gable sirva de ejemplo a todos aquellos que no aprovechan su potencial y se amedrantan. TODOS tenemos el poder de ser seductores, auténticos tíos e iconos de la masculinidad. “No, yo es que estoy gordo…” “no, yo es que estoy perdiendo el pelo…”; Gilipolleces; todo es cuestión de actitud y de voluntad. Si las tías no se ten echan al cuello es porque tú no quieres. Cambia el chip y decídete a triunfar. Uno llega tan alto como se decide a llegar. Y si no, que se lo digan a William Gable.

Este post está dedicado a J.L.M

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